Famosa por su clima templado y sus playas doradas, la histórica ciudad de Cádiz se asienta en un dedo de tierra que apunta a la costa suroeste de España.
Rodeada casi por completo por el agua, este lugar estratégico fue colonizado por navegantes fenicios hace más de 3.000 años, lo que convierte a Cádiz en una de las ciudades más antiguas de Europa.
Detrás de sus murallas se esconde un laberinto de callejones ciegos, casas encaladas y callejuelas empedradas salpicadas de animadas plazas, iglesias monumentales y jardines sombreados.
La mejor manera de desenredar este laberinto es subir a la torre más alta de la ciudad,
la Torre Tavira, donde una cámara oscura revela un horizonte salpicado de agujas, cúpulas y torres de vigilancia. Otro buen punto de vista es el campanario de la
Catedral Nueva, de 1722.
En el interior de la catedral hay tumbas y reliquias religiosas ornamentadas, además de pinturas de maestros españoles como Murillo y Zubarán.
En el
Museo de Cádiz se exponen tesoros de la larga historia de la ciudad, como ataúdes fenicios y estatuas de emperadores romanos, además de una colección de arte. Los aficionados a la pintura española también deberían visitar la capilla de
la Santa Cueva, con sus frescos de Goya, incluida su Última Cena. Quien esté preparado para su próxima cena, debería recorrer los puestos de comida del
mercado cubierto más antiguo de España,
el Mercado Central. En Cádiz no hay que perderse: basta con seguir el sonido del oleaje. La mejor manera de disfrutar de este entorno costero es pasear por las kilométricas playas de arena, surfear las ondulantes o zambullirse en un plato de marisco fresco. Los gaditanos, amantes de la diversión, llenan las calles durante unos días cada año antes de Semana Santa para celebrar uno de los carnavales más grandes y ruidosos de España.
Durante todo el año, las calles suenan con el sonido del flamenco, así que no importa cuándo la visite, podrá instalarse en el ritmo relajado de Cádiz, la ciudad rodeada por el mar.
